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domingo, 3 de octubre de 2010

Una lección de Margalef

Ramón Margalef i López fue un importantísimo ecólogo y profesor universitario, de esos que son docentes por vocación y no porque no les queda de otra. Al parecer, según recuerdan sus discípulos, fue un maestro excelente pero atípico. Leyendo sobre él me saltó a la vista esta frase suya: "tanto en la investigación propia como en estimular la de mis estudiantes intenté hacer lo que pude".
Y es que la investigación es esencial para la labor docente: un profesor que no investiga (no que tenga plaza de investigador, sino que en verdad investigue), que no tiene esa curiosidad, ese amor por el conocimiento sólo puede transmitir a sus alumnos un conocimiento fosilizado, muerto, repetitivo por más diversos que sean los ejercicios y actividades. Y, peor aún, los futuros profesores formados de esa manera tenderán a repetir la situación, a profundizar en ella. un terrible círculo vicioso que daña a todo el sistema educativo y sus integrantes (es decir, todos). Nuevamente dice Margalef:
Una serie de generaciones de maestros que enseñen unos a otros sin suficiente contacto con el mundo externo, lleva a una enorme burbuja sin otro contenido que las frustraciones de todos. La investigación es indispensable para que los conocimientos no se degraden en su comercio y para que tengamos el tino de infundir cierta animación a algunas de las lecciones. Esta investigación no se reivindica, se hace en la medida de las posibilidades.

Es toda una lección que deberían tomar en cuenta los burócratas de la enseñanza: la investigación como verdadera actualización del docente, no los cursillos estúpidos y las juntas inútiles, fáciles de cuantificar (asistencia, cuántas horas cumpliste) pero siempre alejados de la realidad en el aula.
También es una lección que deben tomar en cuenta quienes dirigen y diseñan los sistemas educativos, que olvidan la investigación en la educación básica y media. Ahora en México han querido incluirla en los programas y los alumnos tienen que realizar investigaciones y proyectos de juguete, dirigidos por maestros que no realizan investigación ellos mismos. ¿El resultado? Proyectos burocráticos que no suelen superar la búsqueda bibliográfica, la construcción de maquetas o el armado de maquinitas siguiendo instructivos estandarizados.
Es decir, una lamentable pérdida de tiempo que nada tiene que ver con la investigación ni con la construcción activa de conocimientos. No es más que un requisito para poner calificaciones, por más que se presente como aprendizaje por descubrimiento, educación basada en competencias, actividades estimulantes, etcétera.
Haríamos bien en reflexionar sobre las sabias palabras de Margalef. Y llevarlas a la práctica en las aulas y los planes y programas, pero de verdad, no sólo en los discursos.