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sábado, 14 de septiembre de 2013

Evaluación docente

A ver. A los profes de educación básica se les evalúa para entrar a dar clases. Los evalúa un coordinador de área, un subdirector, un director, un inspector, un jefe de zona y, hasta esta reforma, jefes de enseñanza donde los había. Y para eso hay que cumplir con un perfil, presentar documentación, entrevistarse y se está a prueba un periodo mientras todos los actores evalúan los documentos y, si es necesario, la labor del docente (tanto en aspectos cuantitativas, con las calificaciones, número de clases impartidas, etc., como cuantitativas: planes y avances, observación de clases, entrevistas con sus alumnos, etc.). Esto tarda alrededor de 6 meses, durante los cuales, en cualquier momento, se le puede negar la autorización de clases y la plaza.
Una vez que el docente está trabajando frente a grupo, se les evalúa de manera sistemática cada 2 meses por lo menos: junto con las calificaciones se entrega otra serie de datos cuantitativos (asistencias de los educandos, del docente, número de clases programadas, clases impartidas) y cualitativos (reportes, avances y ajustes programáticos, planes de clase, etc.). Estos datos son evaluados por el consejo técnico (tanto el de asignatura como el de toda la escuela), es decir por pares, y nuevamente por el coordinador, el subdirector, el director, el inspector, el jefe de zona, el jefe de enseñanza...
Además, a mitad de ciclo se hace una evaluación para ajustar el resto del curso. Evaluación nuevamente realizada por pares, el coordinador, el subdirector, el director, el inspector, el jefe de zona, el jefe de enseñanza...
Y al término del curso hay otra evaluación por pares, el coordinador, el subdirector, el director, el inspector, el jefe de zona, el jefe de enseñanza...
Y de vez en cuando y sin necesidad de previo aviso o requerimiento pueden entrar a revisar la clase el coordinador, el subdirector, el director, el inspector, el jefe de zona, el jefe de enseñanza, y hasta los padres de familia.
Y al inicio del ciclo escolar los papeles se vuelven a meter como la primera vez que uno se registra, para verificación por parte de las autoridades. Eso sí, partiendo del principio de presunción de inocencia: si el maestro no tiene causa abierta, se le considera inocente, es decir, que hace su trabajo aceptablemente.

¿Quién diablos se cree que a los maestros no se los evalúa? Sólo quien de verdad no tiene ni idea de cómo funciona el sistema educativo (y, por ende, no debería andar opinando al respecto).

Se los evalúa más que a la mayoría de los profesionistas. Pero no se hace con examencitos ridículos pero llamativos (tampoco a la mayoría de profesionistas) como los que ahora quieren imponer, además de todo este sistema complejísimo y terriblemente fiscalizador (cualquier docente en activo les puede platicar la cantidad de horas que pasa cumpliendo los requisitos de estas evaluaciones). Y que será controlado por un órgano de gobierno, es decir, por políticos. En nuestro país donde todas las instituciones políticas y de gobierno son corruptas.
Esto de la evaluación no se trata de mejorar la educación (vaya, ya hay tantos puntos de evaluación que no se requiere ninguna reforma para establecer en los lineamientos para el ciclo escolar siguiente qué aspectos se evaluarán, de manera clara y operativa), sino de generar nuevos cotos de poder para la clase política. Y contra eso es que protestan los maestros: no contra ser evaluados, sino contra la creación de esos cotos de poder, que, además, se crean a costas de que el gobierno incumpla sus compromisos contractuales por medio de una ley que no debería poderse aplicar retroactivamente (es decir, no debería afectar a los contratos que ya están firmados) pero que se pretende aplicar de esa manera.

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